jueves, 26 de mayo de 2011

DUELO – DEFENSAS – NARCICISMO: RELACION CON LA FRUSTRACION

-1- La frustración.


La frustración laboral da cuenta de un bloqueo que padece la persona en su camino hacia la meta. Produce un sentimiento de malestar, desamparo, ira, indefensión, y la expresión mas común es el cansancio, la moral baja, hablar siempre de lo mismo, sentir insatisfacción cotidiana.
En el plano individual (estrictamente personal) la frustración da cuenta de un estado anímico que sobreviene en el sujeto cuando ve negada la posibilidad de satisfacción (descarga, alivio) de un impulso libidinal.

En la vida cotidiana todo individuo está expuesto a enfrentarse a situaciones en las que sus conocimientos, su inteligencia innata y su experiencia no le permiten llegar a los resultados que desea. Puede tomarse como un desafío: en ese caso activa al sujeto a seguir adelante; o como una afrenta: en este caso, predomina la actitud pasiva, doliente.

La salida exitosa frente a la frustración esta asociada a la posibilidad de hacer duelos frente a las pérdidas.

Duelo significa dolor, herida. Hacer un duelo significa hacer el trabajo psíquico necesario frente a la irrupción de una situación provocadora de pérdida, desamparo y dolor. En el ámbito laboral sería: ante la pérdida de trabajo; ante el cambio del mundo y las aparición de nuevas demandas; ante la obligatoriedad de dejar atrás lo tradicional y conocido por la persona.
Mientras se atraviesa el duelo, se produce una disminución del interés personal por el mundo externo, pero esa energía se emplea en función de reparar la herida sufrida.
Los duelos dejan una marca en las personas: modifican la personalidad y es esperable que produzcan un enriquecimiento subjetivo, ya que se amplia la experiencia vital y da lugar a otros desarrollos.

Posteriormente al atravesamiento del duelo, es importante poder hacer renuncias: al aceptar lo perdido queda incluido a la personalidad, como experiencia, como sabiduría adquirida.

En ese caso da lugar a otro mecanismo: la sublimación, que da lugar a acceder a un mayor nivel de complejidad psíquica.

Cuando la persona no puede modificar la realidad externa de modo útil para sí, estamos en presencia de conflictos internos importantes, que afectan el normal desarrollo de un individuo.

Toda frustración provenga de una fuente externa o interna involucra una situación especifica y una vivencia; genera tensión emocional y se dificulta el acceso al objetivo propuesto.

La frustración laboral surge cuando un trabajador actúa para lograr un objetivo y encuentra barreras u obstáculos que le impiden lograrlo, una y otra vez.
Este fenómeno puede ser sufrido a nivel individual, pero también puede afectar a un grupo, una sociedad o una nación como ocurre en la actualidad con: la precariedad del trabajo y la necesidad permanente de nuevos anexos para estar incluidos en el mercado; con la devaluación del dinero y el empobrecimiento implícito; con la falta de sostén de las instituciones; con el esfuerzo cotidiano para llevar adelante el propio proyecto de vida; con la inquietud permanente que nos ocasiona la inestabilidad económica (entre otros).

Las sociedades más desarrolladas son mucho más competitivas, y a los niños y jóvenes se les enseña desde muy corta edad a competir para ser el mejor y alcanzar un cierto estatus en la escuela, trabajo y en la sociedad en general favoreciendo la formación de un mayor número de metas y expectativas en el individuo. Es por ello que el fracaso es mucho más común que entre quienes viven en comunidades menos desarrolladas en donde existe un sistema menos competitivo. Y cuando aumenta la probabilidad de fracaso se incrementa con ella la posibilidad de frustración.

Es indudable que las experiencias de la infancia juegan un papel significativo en la determinación de situaciones que se juzguen frustrantes, ya que influyen en el nivel de autoestima que cada uno adquiere para su vida.
Algunos individuos son más propensos a la frustración que otros, por ej le resultarán sumamente intolerable las cuestiones laborales, a quién en su infancia haya sido intimidado por su padre. Este conflicto producirá efectos en la capacidad de resolución de las afrentas cotidianas que sobrevendrán en la relación con los compañeros o colegas y con los jefes y la autoridad. Genera sentimientos de impotencia también, ya que las personas desconocemos los conflictos psíquicos en función de que se hallan reprimidos (mecanismo defensivo) y permanecen inconscientes.
Según la intensidad del problema, es capaz de poner en peligro el equilibrio emocional de una persona y conducirla a conductas agresivas o depresivas.

Las fuentes externas frustrantes, pueden ser físicas o sociales. Las primeras pueden ser el resultado de perder una gran oportunidad de trabajo por asuntos familiares, por la negación de un aumento de sueldo que se había estado esperando, por el rechazo de un proyecto en el que se había trabajado muy duro, entre otros factores que se encuentran fuera del control de cada persona.

Los efectos personales se observan de diferentes formas, uno de ellos puede ser dirigir la agresión en contra del objeto o persona (en el mundo externo) considerado como fuente de la frustración. La otra es dirigirla hacia adentro de la propia persona, y en ese caso el daño es hacia si mismo, expresado por sentimiento de culpa, autorreproches y aislamiento.

Cuando la conducta emergente se dirige hacia la realidad externa, se trata de intentos para modificar, cambiar o suprimir esa situación. El sujeto está abierto a su historia pasada y a su devenir: los encuentros, los vínculos, los traumas, la realidad, los duelos, lo autoorganizan y se puede recrear nuevas conductas. La estabilidad psíquica se reconstruye y se desvanece sin cesar, según lo vivido por cada uno.

Cuando se reitera la dificultad de resolver exitosamente los conflictos, se ponen en marcha (automáticamente, sin poder pensar) los mecanismos de defensa, cuya dinámica es inconciente y la finalidad es aliviar la ansiedad y la angustia.

Los mecanismos defensivos están presentes en la conducta de todos los seres humanos.
Estas defensas son un conjunto de operaciones que están al servicio de reducir el estímulo que amenaza el equilibrio subjetivo. La contrapartida es que empobrecen el funcionamiento personal, ya que consumen mucha energía psicológica; y progresivamente se extienden a todas las conductas del sujeto: consigo mismo y con los otros significativos, pareja, hijos, relaciones laborales, etc.

Algunos de ellos son: racionalización, negación, represión; proyección; formación reactiva; regresión; fijación, sublimación.

Racionalización: el sujeto intenta dar una explicación coherente, moralmente aceptable de un actitud, de una idea, de un sentimiento etc, cuyos motivos verdaderos no percibe.
A veces se convierte en un rasgo de carácter: esa persona que está tan segura de lo que dice, que es impermeable a otro razonamiento. Puede estar disimulada con ideologías, con cierta moralidad, con convicciones políticas, etc.
Represión: este fenómeno impide que un contenido inconciente pase a la conciencia, de ese modo se mantengan ‘fuera de la conciencia’. Impide a la persona que vea algo que salta a la vista (como si se hubieran modificado los sentidos) y lo mismo ocurre con los recuerdos.
Proyección: es atribuirle a otra persona algún sentimiento o idea que le pertenece a uno. En lugar de decir ‘lo odio’ dice ‘me odia’. Además de un intento de aliviar la angustia, es una forma de evitar encontrarse con los propios sentimientos (sin saberlo).
Formación reactiva: esta defensa contiene dos sentimientos al mismo tiempo (uno y su contrario). Por ejemplo, si un sentimiento de odio hacia una persona es insoportable, el yo puede tratar de contrarrestar ese impulso concentrándose en el impulso opuesto. Es común observar estos mecanismos en las prisiones de guerra donde, tener una relación ‘mas afectiva’ con el enemigo preserva la vida. En realidad, el sentimiento agresivo persiste pero debajo la apariencia de afecto.
Regresión: se vuelve a un estado anterior del desarrollo (por miedo, o por el dolor de una pérdida). Es común que frente a las pérdidas significativas, una persona se meta dentro de si misma. No es patológico si se puede ‘salir’ y volver al presente con el yo recuperado de esa herida. El peligro de la regresión es quedar fijado a una forma de comportamiento infantil (o sea, no compatible con el tiempo presente).
Fijación: a lo largo del desarrollo se atraviesa por etapas evolutivas, la infancia, la niñez, la adolescencia y la vida adulta. Esa progresión se detiene cuando ocurren sufrimientos intensos, superiores a la capacidad del yo (de ese momento) para su procesamiento.
Los peligros que se evitan con el mecanismo de fijación, son la inseguridad, el fracaso, el castigo, enfrentar la vida nuevamente.
Sublimación: los impulsos sublimados, pueden definirse como impulsos sustitutivos de la expresión original o natural de un impulso o deseo. Toman energía de la pulsión sexual pero se deriva hacia un nuevo fin, no sexual; y apunta hacia objetivos socialmente valorados. Permite acceder al nivel simbólico, a la complejidad del pensamiento y da lugar al encuentro de nuevas significaciones tanto para la vida individual como para el trabajo. Un ejemplo muy conocido de sublimación exitosa es aquella conducta en la que un sujeto que padeció violencia en su vida familiar, en la vida adulta se dedica a ser domador de animales, carnicero, cirujano, o equivalentes.

-2-Sobre el amor a sí mismo y las relaciones con los otros


En la vida cotidiana nos salen al encuentro muchos temas que nos ponen en la obligación de tomar una postura, porque nos atañen a cada uno en particular y a la vez son trascendentes para la vida de la sociedad. Son estos temas conflictivos los que dejan traslucir el modo imperante de enfrentar las situaciones en cada época.

Muchos eventos importantes van pasando por el lado de la vida de las personas y se pierden en el anonimato; este hecho está marcado por la falta de ideales y metas.
En el plano cultural, un claro ejemplo es la falta de interés de los individuos por aprender sobre algunos temas considerado inútiles para la actualidad.

En la antigua Grecia el imperativo socrático era asumido por los filósofos y por los ciudadanos sin la intervención de instituciones, y fue en aquella época en la que el cuidado de sí alcanzó una importancia decisiva para la consolidación de las ciudades (la polis) y la vida en sociedad.
Paradójicamente al amor a sí mismo, se observó luego, que era una práctica que ponía en riesgo a las relaciones con los otros, ya que si los intereses propios primaban sobre los demás, sobrevendría el mayor caos posible.

Nietzsche en el trabajo de instaurar nuevos valores, dijo que ninguna maldad habría pues en un egoísmo que convierta al propio sujeto en espejo de los demás hombres; en el egoísmo que se regocije en su propio valor.
La ambición de dominio, ese gran riesgo del amor a sí mismo aparece por el contrario como una bondad que se prodiga a los hombres.

El cuidado de sí mismo es una tarea ardua, ya que amarse a sí mismo de manera saludable implica la observancia de una serie de normas y prescripciones que faciliten la vida en comunidad.

El arte, la ciencia, las relaciones interpersonales como la amistad, el amor, son espacios en los que se establecen las relaciones de poder que los regulan.
Estas relaciones de poder posibilitan el planteo de estrategias que determinan la posición frente al otro, así como el funcionamiento de las comunidades afectivas, científicas, pedagógicas, políticas.

La derivación complicada de esta instancia es la dominación, que aparece cuando la estructura propia no da espacio a los otros sujetos; o cuando por falta de fortaleza personal los individuos acceden a estados de dominación por parte del más fuerte, esperando ilusoriamente algún beneficio.
En los estados de dominación es prácticamente imposible para alguna de las partes (generalmente las sometidas) revertir esa influencia sobre su conducta; de modo que su participación se anula.
La liberación es posible, pero abre espacio a nuevas relaciones de poder que es necesario de nuevo controlar e inscribir en preceptos morales y prácticas de libertad que las hagan posibles. Esta liberación sin embargo, tiene que ver más con un cambio de posición subjetiva que con una liberación de un yugo exterior. Se trata de liberar el deseo, la enunciación, que de arrogarse el derecho a detentar la verdad.

Recordemos algunas generalidades sobre narcicismo: es la expresión que hace alusión al mito de Narciso y se refiere al amor a si mismo; que es necesario para la vida.
El desarrollo del narcisismo es concomitante con los primeros momentos de la vida, cuando el sujeto se toma a si mismo como objeto de amor, antes de poder elegir a los objetos exteriores. Ocurre de esta manera por el estado de indiferenciación del yo inicial del ser humano. Ese momento narcisista de la vida se comporta como una fase evolutiva: o sea que se modifica con el desarrollo, y la diferenciación: yo-noyo. Se correspondería con la creencia del niño en la omnipotencia del pensamiento.
Cuando el yo esta maduro (diferenciado) también tiene una estructura narcisista, solo que es diferente de la anterior porque ya se estableció la relación con el otro, conocida como relación objetal. En este momento de la vida existe la posibilidad de separar qué es lo que corresponde al sujeto, qué al objeto y mantenerse en un relativo equilibrio. El ideal de yo (donde se hallan las aspiraciones) es una formación narcisista que no se abandona. Por lo tanto es desde allí desde donde se trazan proyectos vitales con la posibilidad de llevarlos a cabo exitosamente o no.

LA ACTITUD

Todas las personas tienen actitudes que dan como resultado tendencias a responder positiva o negativamente ante otra persona, ante un grupo de personas, ante un objeto, ante una situación, que comprende objetos y personas ante una idea.

Es un estado mental de disposición, organizado a través de la experiencia, que ejerce una influencia directriz o dinámica sobre la respuesta del individuo ante todos los objetos y situaciones a que se enfrenta.

Las actitudes generalmente, se forman desde los primeros años de vida y se refuerzan después. Otras se aprenden de la sociedad; otras dependen directamente del individuo.

La "satisfacción en el trabajo" es el resultado de una sumatoria de actitudes que cada individuo tiene hacia su actividad laboral, los factores conexos y la vida en general. Aquellas personas que obtienen un alto nivel de satisfacción con sus actividades, despliegan actitudes positivas en base a la interacción.

*Lic Sonia Cesio
Email: cesio.sonia@gmail.com

domingo, 1 de mayo de 2011

LAS ESCENAS TEMIDAS EN EL TRABAJO*

Las escenas temidas son aquellas situaciones que dan cuenta del punto vulnerable del sujeto. Allí se encuentra el campo favorecedor de la producción de conflictos, ya que por diversas situaciones de la vida, previas a ese momento, está esa marca en la personalidad. Estas escenas remiten a alguna otra de connotación infantil: esto es, que implican una debilidad para la persona; remite a una circunstancia productora de sufrimiento en el momento actual que evoca un vivenciar pasado, de otro tiempo. Esa vivencia permanece separada de la conciencia (como si no existiera) y se reactualiza ante alguna situación difícil y estresante del área laboral (o de la vida en general). Cuando esa zona se impacta en el trabajo, aparece la sensación de imposibilidad de resolución del tema, produce angustia intensa y limita el accionar eficaz de la persona que la padece.


Doy como ejemplo algunas escenas:



1. Que se noten ciertos temores (son miedos básicos que ‘salen’ en la interacción con otros)



2. Tener un exagerado sentido de perfección (y no poder tolerar cuando esto no ocurre así)



3. Tener la disposición a la identificación con el más débil y no poder ser objetivo/a cuando se plantea esta situación



4. No obtener el reconocimiento adecuado a mi desempeño y tomarlo como una afrenta personal.



5. Ser muy tolerante, tanto que dificulta poner las cosas en su lugar en el momento adecuado.



6. Temor a no ver el conflicto objetivamente. Dificultad para diferenciar entre lo que ocurren en la realidad y diferenciarlo de las propias fantasías..



7. Hacer alianzas injustificadas; inclinarse a estar con personas conflictivas en el trabajo, y quedarse pegado a ellas.



8. Dificultad para tolerar los cambios y para comprender un nuevo proceso que se está gestando (puede ser inherente a las jerarquías superiores; o la aparición de angustia ante las propuestas confusas)



9. Temor excesivo a la competencia; dificultad de instrumentarla como un elemento de trabajo, dejando de lado la propia capacidad de competir.



10. Las conductas autoritarias y el efecto producido, tanto entre los compañeros, como en el área personal.



11. Las conductas rígidas e ideas previas muy valoradas respecto de la forma de trabajar, progresar, tener ambiciones, ganar dinero (tanto en el ámbito personal como el del los otros).



12. La imposibilidad de resolver los conflictos adecuadamente, y no poder separar el trabajo de lo personal.



13. Dificultad para enfrentar los problemas con los colegas en cuanto a las diferencias de forma de pensar, de desplegar el trabajo, del tipo de vida, etc



14. Lo transgeneracional, relativo a mitos y prejuicios.


Si se identifican con alguna de ellas, les permitirá repensarla; buscar un hilo conductor que les de acceso a otra comprensión (de naturaleza simbólica). De este modo, se alivia la angustia, y se dispondrá de esa energia para mejorar la calidad de vida (en vez de tenerla asociada a un conflicto de naturaleza permanente).



LA RESONANCIA


El eje de pasaje a las Escenas Temidas es el concepto de RESONANCIA. Primero aparece la sensacion de ‘haber sido tocado’ por algun tema particular (donde uno se encuentra vulnerable); luego el efecto se ‘multiplica’ y resuena con una intensidad molesta en la persona (se extiende del ámbito laboral al individual). El conjunto de resonancias genera conflictos de dificil abordaje, ya que esas ideas que circulan se interrelacionan con las múltiples subjetividades de los distintos integrantes del equipo.



Para descubrirla es necesario el privilegiar lo verbal (el pensamiento) sobre lo

corporal; tener en cuenta las ‘señales’ de malestar en cuanto aparecen (ya que se trata de percepciones); reconocer las similitudes y diferencias (hacer una autoobservacion y una observación del conjunto) y prestar atención al atravesamiento de poder.

Una idea, una intención que es parte de la objetivación de una persona, da cuenta de la circulación de esas subjetividades conectadas entre sí.

Este fenómeno se entiende desde la compleja problemática de la multiplicidad, que existe siempre desde el principio (es una idea que se multiplica).

La resonancia tiene una significación sonora, pero no alude solamente a lo auditivo, sino que lo tomamos desde el aporte simbólico (que remite a sensaciones y significados) y se enlaza al universo personal.



Cuando en un grupo (laboral es este caso) hay una significación que ‘resuena’ da cuenta de una percepción tanto de un fenómeno personal o interpersonal.

Las sensaciones de miedo, perfección, orden, injusticia, inferioridad entre otras; generalmente tienen que ver con el universo individual y la puesta en juego de alguna escena temida en función de un aspecto vulnerable de esa naturaleza.

Las alianzas, los conflictos, las exigencias, la flexibilidad o rigidez, el autoritarismo, la solidaridad y el aislamiento tienen que ver con las conductas grupales y un portavoz que emerge del mismo. Ese portavoz es aquel sobre quien recae alguna problemática grupal porque en esa persona hay un campo favorecido por algún trauma anterior de esta cualidad.

La importancia del conocimiento sobre estos fenómenos conductuales, es la posibilidad de pensarlos e instaurar defensas útiles: tanto para prevenir alguna situacion futura, como para tomar otro rumbo cuando se instala en un equipo de trabajo y recae sobre algún integrante quien devela una cierta incompatibilidad.

Bibliografía:


‘Las escenas temidas del coordinador de grupo’ - Hernan Kesselman; Eduardo Pavlovsky; Luis Frydlewsky – Ed Galerna – 1970


‘La multiplicación dramática: un camino hacia la psicoterapia profunda’ - Hernán Kesselman, Eduardo Pavlovsky y Luis Fridlewsky

Publicado en Revista "Clínica y Análisis Grupal" Nº 9 Madrid. Marzo/abril 1978.

*Autor Sonia Cesio

**cesio.sonia@gmail.com